Emociones

Antes de marcharme

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Tenía un libro pendiente por escribir,
que se quedó con las páginas en blanco,
antes de marcharme.

Recogí a un pequeño gorrión herido,
que un día llegó hasta mi puerta.
Le di calor entre las palmas de mis manos,
pero aún, no aprendió a volar.

Me apetecía caminar bajo la lluvia,
mas fue un invierno seco,
y solo sentí el viento.

Mis manos se quedaron frías,
esperando rozar las tuyas,
mis ojos se fueron cerrando,
mis labios, se quedaron secos.

El día se hizo noche,
la estancia estaba fría.
¡No quería marcharme!,
más, las puertas se cerraron.

La casa ambicionaba
cosas bonitas, prometidas,
pero no me dio tiempo…

Un peine de plata,
se quedó dormido sobre el tocador,
ansiando acariciar mis cabellos,
aunque ya, no lo necesitan.

Un diario sobre la mesa,
que era mi único confidente,
añora mis secretos.

Un perfume, unos zapatos,
ropa bonita por estrenar,
aguardan con desasosiego,
a que llegue «aquél» domingo.

Le dije a la primavera,
que estaba impaciente,
por ver florecer a los almendros,
pero esta vez le fallé y
no llegué a tiempo.

Los rosales de mi jardín,
muertos de sed,
treparon hasta mi ventana,
pero no me encontraron.

Nunca guardé rencores,
e hice oídos sordos a los necios,
ya que, con sus mochilas pesadas,
gozaban hiriendo.

Me fui como llegué,
sin equipaje alguno,
mis pies descalzos,
recorrieron sin rumbo,
el frío asfalto.

El cielo lloraba,
sin saber que yo,
llevaba mi corazón repleto,
ya que tan solo me quedé,
con los buenos recuerdos.

Subí a un tren,
en una estación cualquiera,
un asiento vacío me esperaba.
El viaje sería largo,
más, te sentaste a mi lado.
Y me cogiste de la mano.

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